En la homilía expresó, frente a un templo repleto, que la situación de la Araucanía responde a los “desafíos más serios y urgentes, como son la deuda histórica con el Pueblo Mapuche, la situación dramática de las víctimas de la violencia rural y los muy preocupantes indicadores que nos ubican como la región más pobre del país”.
“Se ha venido generando una triple postergación del Estado respecto de esta tierra y su gente, siendo temas no fáciles de abordar, ya que generan visiones, sentimientos y posturas distintas e incluso contradictorias”, agregó.
Mons. Vargas, que encabezó la Comisión Asesora Presidencial de la Araucanía, dijo que el anhelo de la Iglesia es “colaborar en la construcción a futuro de una cohesión social tal, que nos permita vivir finalmente en paz, en el pleno respeto a la vida, identidad y dignidad de cada uno, gracias a la debida reconciliación, reparación, justicia y desarrollo integral para todos”.
El diálogo, dijo, es el “camino privilegiado para la superación de situaciones de crisis” y debe tener “en cuenta el bien común, evitando que éste se lleve a cabo desde los solos intereses de las partes directamente involucradas, sin considerar, el impacto que los acuerdos podrán tener en el vasto colectivo social en que se aplicarán”.