19 de mayo de 2015 / 09:30 AM
Poco antes que San Juan Pablo II partiera a la Casa del Padre en el 2005, le fueron extraídas unas gotas de sangre que después de más de 10 años permanecen, inexplicablemente, frescas y sin secarse. Ahora están contenidas en un relicario que recorre diversos países del continente americano.
Para la madre Adela Galindo, fundadora de las Siervas de los Corazones Traspasados de Jesús y María, comunidad responsable de llevar la reliquia, "(la sangre) verdaderamente está líquida porque el Señor así lo desea".
"Creo que la preservación de esta sangre simplemente tiene un sentido muy grande de recordarnos que su legado, que su magisterio tan luminoso, tan fecundo y tan amplio y tan largo debe mantenerse vivo en nuestro corazón", dijo la religiosa a ACI Prensa.