"La JMJ me parece espectacular porque es escapar de la realidad que nos agobia. Un mundo sin fe, alma, ni espíritu. Yo siempre llego a la JMJ para alimentar mi fe y mi cuerpo, es una especie de retiro masivo que me traslada al mundo ideal de la fe, del espíritu y del alma", agregó.
Asimismo, contó una anécdota que le permitió confirmar que Dios guiaba su camino y que no se encontraba "encerrado" en ningún lado, sino que está presente hasta en el lugar más remoto.
"Un día libre fui con un grupo a un parque natural, escalamos media hora y luego fuimos por un camino diferente. Cuando escalamos le decía a Dios: 'Hazme saber que estoy haciendo lo correcto, que estoy acá por ti, que Tú me quieres aquí'. Efectivamente, en mi oración, cuando descendimos, llegamos bordeando un lago y nos topamos con una celebración eucarística de peregrinos canadienses, y nos sentamos cerca de ellos sin preguntarles nada".