21 de octubre de 2005 / 02:44 AM
“El respeto y la protección que se han de garantizar, desde su misma concepción, a quien debe nacer, exige que la ley prevea sanciones penales apropiadas para toda deliberada violación de sus derechos", afirmó el Arzobispo de Santa Fe, Mons. José María Arancedo, en una declaración emitida a pocos días de las elecciones parlamentarias nacionales.
“La vida naciente, como valor que se funda en un derecho inalienable, es un límite moral y jurídico que se convierte en un principio constitutivo de la sociedad civil y de su legislación”, indicó y añadió que es “una realidad objetiva que nos habla con su propio lenguaje, al que debemos saber escuchar en su dignidad única e irrepetible. Ella nos diría: mi existencia ya no depende de tu decisión o libertad, sino que necesita y espera de tu cuidado”.
"Los derechos inalienables –prosiguió– deben ser reconocidos y respetados por parte de la sociedad civil y de la autoridad política. Estos derechos del hombre no están subordinados ni a los individuos ni a los padres, y tampoco son una concesión de la sociedad o del Estado: Pertenecen a la naturaleza humana y son inherentes a la persona en virtud del acto creador que la ha originado”.