La investigación llegó a la conclusión de que entre 4 mil y 6 mil estudiantes murieron por negligencias o como resultado de abusos en las diferentes escuelas residenciales canadienses, la última de las cuales, administrada por el gobierno federal, cerró en 1996.
La investigación de la Comisión de la Verdad y la Reconciliación concluyó que el sistema canadiense de escuelas residenciales separó de sus familias a niños indígenas, inuit y métis, para alejarlos de sus culturas y forzar su asimilación.
El 31 de mayo, el presidente de la Conferencia Canadiense de Obispos Católicos (CCCB), Mons. Richard Gagnon, expresó, en nombre de los Obispos de Canadá, "nuestro más profundo pesar por la desgarradora pérdida de los niños de la antigua Kamloops Indian Residential School en la Tk'emlúps te Secwépemc First Nation".
Mons. Gagnon reconoció entonces que "esta tragedia impacta profundamente a las comunidades indígenas, con quienes muchas personas en esta tierra y en todo el mundo ahora se solidarizan".