Los decretos de milagros, martirio y heroicidad de virtudes han puesto en el camino a la santidad a dos excepcionales mujeres españolas: una niña de apenas diez años, María del Pilar Cimadevilla y López-Dóriga, y una religiosa, Sierva de Dios Teresa del Corazón Inmaculado de María que quiso inicialmente ayudar a su madre a fundar una congregación de la que terminó siendo Superiora.
María del Pilar Cimadevilla y López-Dóriga, conocida familiarmente como ‘Pilina’, nació en Madrid el 17 de febrero de 1952. Fue hija del coronel Amaro Cimadevilla y de doña María del Rosario López-Dóriga.
Desde temprana edad se caracterizó por su genio vivo que le ganó el apelativo de “la Brava”. Dócil e inteligente, empezó a destacar al poco tiempo por su piedad.