Según datos de Dale Una Vuelta, el negocio de la pornografía genera 97 millones de dólares al año; anualmente se descargan 230 millones de aplicaciones que proporcionan ese tipo de contenido y existen 750 millones de webs pornográficas en el mundo, de las que 3 de cada 5 de ellas están alojadas en Estados Unidos.
Sin embargo, precisa que "el fenómeno adictivo es mucho más prevalente en los hombres; en muchas ocasiones la mujer puede buscar pornografía más por curiosidad. Si hablamos en términos generales, y por tanto no precisos, ellas prefieren la relación, la comunicación; ellos, sacian su pulsión de una manera más directa, lo visual es más estimulante para el hombre que para la mujer. Es importante crear espacios de acogida y ayuda a la mujer adicta. Precisamente por ser un problema más prevalente en los hombres, una mujer con consumo habitual de pornografía no se siente comprendida, se llena de vergüenza y de culpa, y se ve incapaz de encontrar soluciones a su situación".
En ese sentido subraya cuatro modos en el que la pornografía afecta a las mujeres; el primero "porque la mayor perjudicada de la visión degradante que se ofrece en la pornografía es la mujer y los hombres aprenden ciertos comportamientos o roles, de la visualización de contenido, algo que dificulta la lucha de la mujer en la sociedad por ser respetada, valorada y cuidada". En segundo lugar, porque "las mujeres consumidoras aprenden y aceptan comportamientos degradantes sin ser conscientes de que lo son. Solo por el hecho de continuar en la lucha constante establecida por la sociedad de que una mujer debe ser deseable, sexualmente aceptable y atractiva".
Como tercer efecto sobre la mujer, Gutiérrez destaca que "los hombres aprenden de la pornografía, que lo deseable y esperable en una mujer son esos cuerpos retocados y exagerados que se muestran, también las consumidoras aceptan este patrón físico y finalmente tenemos una sociedad donde un cuerpo debe ser retocado para ser atractivo o exagerado y las proporciones naturales y reales no sirven" y, por último, indica que a la mujer "la encontramos en todos los correos de solicitud de ayuda que nos llegan, por parte de las parejas de los adictos, que viven este proceso muy amargamente. Su autoestima se ve afectada, comienzan a vivir el proceso como infidelidad y daña de la misma manera, se sienten menospreciadas, apartadas y sustituidas por otras mujeres".