"Si no queremos ser testigos mudos de las últimas líneas de la historia de la cristiandad en Irak, la comunidad internacional ha de reaccionar ahora con decisión", ha dicho Johannes Heereman, Presidente internacional de la fundación pontificia internacional Ayuda a la Iglesia Necesitada, a su regreso de la ciudad iraquí de Erbil donde ha estado junto con una delegación de la fundación visitando a los refugiados y atendiendo a las necesidades de la Iglesia local.
Heereman viajó a Irak por invitación del Arzobispo de Bagdad, Patriarca de los caldeos Mons. Louis Sako para formarse una idea sobre la situación y las necesidades de los más de 100.000 cristianos desplazados, que han encontrado refugio en Ankawa, el barrio cristiano de Erbil, así como en los pueblos al norte de Duhok y Zakho.
"La situación es dramática. Hemos visitado a refugiados y nos hemos entrevistado con Obispos, sacerdotes, religiosas y voluntarios que trabajan día y noche para prestar una ayuda elemental. Las temperaturas ascienden a 44 grados, las personas precisan un techo y atención médica. Todavía hay mucho por hacer", comenta Heereman.