Allí el Señor ha establecido su morada en el momento de nuestro Bautismo, y desde allí continúa renovándonos y renovando nuestra vida, llenándonos de su amor y de la plenitud del Espíritu. Es por esto que el Apóstol nos exhorta a dar razones de la esperanza que habita en nosotros (Cfr. v. 15): nuestra esperanza no es un concepto, no es un sentimiento, no es un teléfono celular, no es un montón de riquezas: ¡no! Nuestra esperanza es una Persona, es el Señor Jesús que lo reconocemos vivo y presente en nosotros y en nuestros hermanos, porque Cristo ha resucitado. Los pueblos eslavos se saludan, en vez de decir "buenos días", "buenas tardes", en los días de Pascua se saludan con esto "¡Cristo ha resucitado!", "¡Christos voskrese!", lo dicen entre ellos; y son felices al decirlo. Y este es el "buenos días" y las "buenas tardes" que nos dan: "¡Cristo ha resucitado!".
2. Entonces, comprendemos que de esta esperanza no se debe dar tantas razones a nivel teórico, con palabras, sino sobre todo con el testimonio de vida, y esto sea dentro de la comunidad cristiana, sea fuera de ella. Si Cristo está vivo y habita en nosotros, en nuestro corazón, entonces debemos también dejar que se haga visible, no esconderlo, y que actúe en nosotros. Esto significa que el Señor Jesús debe ser cada vez más nuestro modelo: modelo de vida y que nosotros debemos aprender a comportarnos como Él se ha comportado. Hacer lo mismo que hacia Jesús. La esperanza que habita en nosotros, por tanto, no puede permanecer escondida dentro de nosotros, en nuestro corazón: sino, sería una esperanza débil, que no tiene la valentía de salir fuera y hacerse ver; sino nuestra esperanza, como se ve en el Salmo 33 citado por Pedro, debe necesariamente difundirse fuera, tomando la forma exquisita e inconfundible de la dulzura, del respeto, de la benevolencia hacia el prójimo, llegando incluso a perdonar a quien nos hace el mal.
Una persona que no tiene esperanza no logra perdonar, no logra dar el consuelo del perdón y tener el consuelo de perdonar. Sí, porque así ha hecho Jesús, y así continúa haciendo por medio de quienes le hacen espacio en sus corazones y en sus vidas, con la conciencia de que el mal no se vence con el mal, sino con la humildad, la misericordia y la mansedumbre. Los mafiosos piensan que el mal se puede vencer con el mal, y así realizan la venganza y hacen muchas cosas que todos nosotros sabemos. Pero no conocen que cosa es la humildad, la misericordia y la mansedumbre. ¿Y por qué? Porque los mafiosos no tienen esperanza. ¡Eh! Piensen en esto.