Al presidir esta mañana la Eucaristía en la llamada "Ciudad de los Papas", la localidad italiana de Viterbo en la visita pastoral que realiza, el Papa Benedicto XVI alentó a los fieles a evangelizar el "desierto" del corazón humano porque solo Cristo es capaz de transformarlo para vencer la dureza generada por "la indiferencia y el egoísmo".
Ante miles de fieles reunidos en la explanada del Valle Faul, el Santo Padre explicó que en la primera lectura de este domingo, el profeta Isaías alienta a los "pobres de corazón" y anuncia que con el Señor, "todo renace y todo revive porque sus aguas beneficiosas irrigan el desierto".
"El ‘desierto’, en su lenguaje simbólico, puede evocar los eventos dramáticos, las situaciones difíciles y la soledad que no raramente marca la vida, el desierto más profundo es el corazón humano, cuando pierde la capacidad de escuchar, de hablar, de comunicarse con Dios y con los otros. Se hace uno ciego porque es incapaz de ver la realidad, se cierran los oídos para no escuchar el grito de quien implora ayuda, se endurece el corazón en la indiferencia y el egoísmo".