23 de junio de 2014 / 09:48 AM
Durante la Misa matutina en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco abordó el pasaje evangélico de la viga y la paja en el ojo ajeno, para advertir a los fieles que quien juzga y habla mal de su hermano es una persona soberbia e imitadora "del Príncipe de este mundo, que va siempre detrás de las personas para acusarlas delante del Padre"; y no de Cristo, que busca defender e interceder por los hombres.
"Quien juzga se equivoca, simplemente porque toma un lugar que no es para él. Pero no sólo se equivoca, también se confunde. ¡Está tan obsesionado con aquello que tiene que juzgar en aquella persona – ¡tan, pero tan obsesionado! – que aquella pajita no lo deja dormir! '¡Pero yo quiero sacarte esa pajita'!... y no se da cuenta de la viga que él tiene".
Además, "se confunde: cree que la viga es aquella paja. Confunde la realidad, es un fantasioso. Y quien juzga acaba derrotado, termina mal, porque la misma medida será usada para juzgarlo a él. El juez que se equivoca, porque toma el lugar de Dios –soberbio, autosuficiente– apuesta por una derrota. ¿Y cuál es la derrota? Aquella de ser juzgado con la misma medida con la que él juzga."