31 de octubre de 2007 / 10:04 AM
Al dedicar la Audiencia General de este miércoles a la figura de San Máximo de Turín, el Papa Benedicto XVI destacó que existe una profunda vinculación entre ser cristiano y ser un buen ciudadano.
Durante la lluviosa mañana romana, el Pontífice recordó que Máximo fue Obispo de Turín (Italia) desde 398, cuando la ciudad, amenazada por grupos dispersos de bárbaros que llegaban hasta los Alpes occidentales, estaba protegida por guarniciones militares y era el refugio de las poblaciones que huían de las zonas rurales.
Frente a este estado de cosas las intervenciones de Máximo, autor de unos noventa sermones, dijo el Papa, “atestiguan su empeño para reaccionar al deterioro de la convivencia y a la disgregación”. El Obispo criticó duramente a sus fieles cuando utilizaban los infortunios de los demás en beneficio propio, predicando “una relación profunda entre los deberes del cristiano y los del ciudadano” y, “junto al amor tradicional por la ciudad patria proclama también el deber preciso de hacer frente a las obligaciones fiscales”.