"Cuando traté de evitar que la atacaran, fui sacado y rociado con gasolina. Alguien sacó una caja de fósforos. Viendo eso, dije mis últimas oraciones, pensando que mi fin había llegado", relató.
Fueron atados juntos y, aunque llegó un patrullero y otros policías, estos no intervinieron, sino que se quedaron como espectadores. "Habían encendido una pila de neumáticos. Pensábamos que seríamos quemados vivos, pero no sucedió lo peor. El bueno Señor tiene su camino. Es todo lo que puedo decir", expresó el sacerdote.
Finalmente, los atacantes y las víctimas fueron llevadas a la estación policial donde pasaron a salvo la noche. Al día siguiente, la policía los trasladó a una estación más segura en la capital de Bhubaneswar, donde pudieron ser visitados por el arzobispo y ser sacados del estado para recibir tratamiento médico.
"Mirando hacia atrás todo lo que pasó, agradezco a Dios por darnos a ambos una nueva perspectiva de la vida. No guardamos odio o rencor hacia las personas que nos atacaron y maltrataron", afirmó. "Solo espero y rezo para que la paz y la justicia lleguen a Kandhamal y la gente puede vivir sin discriminación religiosa", añadió.