El milagro consiste en que la masa de sangre reseca rojiza, adherida a un lado de la ampolla, se convierte en sangre completamente líquida tras el paso de varios minutos, llegando a cubrir todo el vidrio.
El proceso de licuefacción a veces toma horas, incluso días o en ocasiones no sucede en absoluto. En los días en que no se produce el milagro, los fieles locales interpretan que podría haber un desastre.
El 21 de marzo del 2015, mientras el Papa Francisco daba algunos consejos a los religiosos, sacerdotes y seminaristas de Nápoles, también ocurrió el milagro de San Genaro y la sangre se licuó.
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