"Fue un proceso largo, con tiras y aflojas, pero comenzamos a discernir que Dios había puesto en mí esta vocación y que quería seguirla y responderle", explicó.
Uno de los momentos más importantes en el descubrimiento de su vocación fue el fallecimiento de su padre, algo que calificó como "un golpe que le hizo plantearse más fríamente la vocación y me impulsó a decir ese sí al Señor y entrar en el seminario".
El joven diácono tiene la vista fijada en el próximo año cuando podrá ser, finalmente, ordenado sacerdote para servir a Dios y, según ha manifestado, con un gran deseo de que sea "no cabe duda, en mi diócesis de Segovia".
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