11 de agosto de 2010 / 09:34 AM
En su habitual catequesis de la audiencia general de este miércoles que presidió en el Palacio Apostólico de Castel Gandolfo ante unas cuatro mil personas, cupo máximo de este recinto, el Papa Benedicto XVI hizo una profunda reflexión sobre el martirio y como este acto constituye expresión total del amor a Dios. Esta entrega de muchos hermanos, explicó, constituye un gran aliciente para luchar por la santidad cotidiana que transforme al mundo.
El Santo Padre recordó al iniciar su catequesis a una serie de mártires de diversas épocas como San Lorenzo, del siglo III; San Ponciano, Papa, el sacerdote San Hipólito; y más recientemente a Santa Teresa Benedicta de la Cruz (Edith Stein) y San Maximiliano Kolbe, quienes murieron por la fe durante la Segunda Guerra Mundial; a quienes la Iglesia recuerda en estos días.
"¿Dónde se funda el martirio? La respuesta es simple: en la muerte de Jesús, en su sacrificio supremo de amor, consumado en la Cruz para que pudiéramos tener vida. Cristo es el siervo sufriente del que habla el profeta Isaías, que se ha donado a sí mismo en rescate por muchos. Él exhorta a sus discípulos, a cada uno de nosotros, a tomar cada día la propia cruz y seguirlo en el camino del amor total a Dios Padre y a la humanidad", señaló el Papa.