La comunidad de religiosas Hermanas de la Vida, fundada en Nueva York en 1991, recibió la aprobación pontificia por parte de la Santa Sede.
En julio del 2003 el Arzobispo de Nueva York, Cardenal Edward Egan, otorgó a la fundación la aprobación diocesana y presentó los documentos para su reconocimiento a la Pontificia Congregación para Institutos de Vida Consagrada y Sociedades de Vida Apostólica.
Las religiosas, amigos y benefactores del ahora Instituto Religioso de Derecho Pontificio participaron en una Misa de acción de gracias en la Catedral del St. Patrick, que reunió a más de mil 200 personas.