“Este encuentro con él todavía vivo y estigmatizado en San Giovanni Rotondo, lo considero como el más importante y agradezco de modo particular a la Providencia por esto”, agregó.
El 23 de mayo de 1987 San Juan Pablo II, ya convertido en Papa, rezó ante la tumba del Santo de Pietrelcina y ese día, ante los religiosos franciscanos, dijo: “Grande es mi alegría por este encuentro y lo es por varios motivos. Como saben, estos lugares están ligados a recuerdos personales, es decir a mis visitas hechas al Padre Pío durante su vida terrena, o ya espiritualmente luego de su muerte, ante su tumba”.
En la Misa de canonización el 16 de junio de 2002 en la Plaza de San Pedro en el Vaticano, San Juan Pablo II afirmó que “el Padre Pío fue generoso dispensador de la misericordia divina, poniéndose a disposición de todos a través de la acogida, de la dirección espiritual y especialmente de la administración del sacramento de la penitencia”.
“También yo, durante mi juventud, tuve el privilegio de aprovechar su disponibilidad hacia los penitentes. El ministerio del confesionario, que constituye uno de los rasgos distintivos de su apostolado, atraía a multitudes innumerables de fieles al convento de San Giovanni Rotondo”.