El P. Matthew Keller siempre fue el tipo de persona a la que le gustaban los autos. Cuando era adolescente, trabajaba como mecánico junto con su padre y su medio hermano. Al ingresar al seminario vendió su "hot rod" -un auto clásico modificado- y dejó atrás ese pasatiempo. No sospecharía que años después, su labor pastoral lo llevaría a reencontrarse con su antigua pasión por los autos.
"La verdad es que soy un hombre muy aficionado a los carros", dijo riendo a ACI Prensa. El P. Keller es el director vocacional para la diócesis de Gallup (Estados Unidos). Hace un año mientras ideaba un proyecto para la construcción de la comunidad para los seminaristas, unos amigos le sugirieron redescubrir su antigua afición y que restaurara un auto con ellos.
"La idea comenzó a girar en torno a lo que sería un edificio para la fraternidad, que era un proyecto de formación humana. Entonces esa idea vino a mí... Yo estaba como 'wow, esto (el auto) sería una gran forma de recaudar para la oficina de vocaciones'", comentó.