Sacerdocio no es camino de poder ni prestigio social, recuerda el Papa Benedicto XVI

Sacerdocio no es camino de poder ni prestigio social, recuerda el Papa Benedicto XVI

Al presidir esta mañana la ordenación sacerdotal de 14 diáconos de la diócesis de Roma en la Basílica de San Pedro, el Papa Benedicto XVI resaltó que "el sacerdocio, no puede jamás representar un modo par alcanzar seguridad en la vida o para conquistar una posición social" y que este servicio, basado en la íntima relación del presbítero con Dios a través de la oración y la Eucaristía, debe buscar siempre cumplir la voluntad del Señor

En su homilía, el Santo Padre quien concelebró con su Vicario General para la diócesis de Roma, Cardenal Agostino Vallini, señaló que "sí, la Iglesia cuenta con ustedes, cuenta muchísimo con ustedes. La Iglesia tiene necesidad de cada uno de ustedes, conciente como es de los dones que Dios les ofrece y, también, de la absoluta necesidad del corazón de cada hombre de encontrarse con Cristo, único y universal salvador del mundo, para recibir de él la vida nueva y eterna, la verdadera libertad y la alegría plena".

Refiriéndose al Evangelio de hoy en el que Pedro confiesa al Señor Jesús ante su pregunta que "Tú eres el Cristo de Dios", el Papa señala que con esta afirmación se constata la realidad de oración, de intimidad que tienen los discípulos con su Maestro, dimensión que deben vivir todos los sacerdotes: "en la oración él esta llamado a redescubrir el rostro siempre nuevo del Señor y el contenido más auténtico de su misión. Solamente quien tiene una relación intima con el Señor viene aferrado por él, puede llevarlo a los otros, puede ser enviado".

"Se trata de un 'permanecer con él' que debe acompañar siempre el ejercicio del ministerio sacerdotal; debe ser la parte central, también y sobre todo en los momentos difíciles, cuando parece que las 'cosas por hacer' deben tener la prioridad. Donde estemos, en cualquier cosa que hagamos, debemos permanecer siempre con Él", añadió.

En cuanto al seguimiento de Cristo y a la realidad ineludible de tomar la cruz sobre sí, concretamente en la misión del sacerdote, el Papa Benedicto explicó que el orden no puede ser un camino para conquistar una posición social: "el que aspira al sacerdocio para un aumento del propio prestigio personal y el propio poder mal entiende en su raíz el sentido de este ministerio. Quien quiere sobretodo realizar una ambición propia, alcanzar éxito propio será siempre esclavo de sí mismo y de la opinión pública".

"Para ser considerado deberá adular; deberá decir aquello que agrada a la gente; deberá adaptarse al cambio de las modas y de las opiniones y, así, se privará de la relación vital con la verdad, reduciéndose a condenar mañana aquello que había alabado hoy. Un hombre que imposta así su vida, un sacerdote que vea en estos términos el propio ministerio, no ama verdaderamente a Dios y a los otros, sino solo a sí mismo y, paradojalmente termina por perderse a sí mismo".

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El Santo Padre dijo luego que "el sacerdocio –recordémoslo siempre– se funda sobre el coraje de decir sí a otra voluntad, con la conciencia, que debe crecer cada día, que propiamente conformándose a la voluntad de Dios, 'inmersos' en esta voluntad, no solo no será cancelada nuestra originalidad, sino, al contrario, entraremos siempre más en la verdad de nuestro ser y de nuestro ministerio".

La Eucaristía

Benedicto XVI hizo luego una intensa reflexión sobre la relación entre el sacerdote y la Eucaristía: "a ustedes se les confía el sacrificio redentor de Cristo; a ustedes se les confía su cuerpo entregado y su sangre derramada. Ciertamente, Jesús ofrece su sacrificio, su donación de amor humilde y totalmente a la Iglesia su esposa, sobre la cruz", dijo.

"Cuando celebramos la Santa Misa tenemos en nuestras manos el pan del Cielo, el pan de Dios, que es Cristo, grano partido para multiplicarse y convertirse en el verdadero alimento de la vida del mundo. Es algo que no puede no llenarles el corazón de íntimo estupor, de viva alegría y de inmensa gratitud: el amor y el don de Cristo crucificado pasan a través de las manos, la vos, el corazón de ustedes. Yo tengo una expresión siempre nueva de estupor de ver que en mis manos, en mi voz el Señor realiza este misterio de Su presencia".

El Papa alentó luego a los ordenandos a escuchar la voz del apóstol Pablo "es más, en esta voz reconocemos aquella potente del Espíritu Santo: 'Cuantos fueron bautizados en Cristo fueron revestidos de Cristo', Ya con el Bautismo, y ahora en virtud del Sacramento del orden, ustedes se revisten de Cristo. Al cuidado por la celebración eucarística lo acompañe siempre el empeño por una vida eucarística, vivida en la obediencia a una única gran ley, aquella del amor que se dona totalmente y sirve con humildad, una vida que la gracia del Espíritu Santo hace siempre mas semejante a aquella de Cristo Jesús, Sumo y eterno Sacerdote, siervo de Dios y de los hombres".

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"María, la sierva del Señor, que ha conformado su voluntad a aquella de Dios, que ha generado a Cristo donándolo al mundo, que siguió el Hijo hasta los pies de la cruz en el supremo acto de amor, los acompañe cada día de sus vidas y de su ministerio. Gracias al afecto de esta madre tierna y fuerte, podrán ser felizmente fieles a la consigna que como presbíteros hoy les viene dada: aquella de conformarse a Cristo Sacerdote, que ha sabido obedecer a la voluntad del Padre y amar a los hombres hasta el extremo. Amén", concluyó.

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