La figura del Cardenal Pironio fue siempre muy apreciada por la Iglesia en Argentina, debido a su espiritualidad, su compromiso y su afabilidad de la mano de un cierto carisma y una trayectoria eclesial sobresaliente.
En 1975 Pablo VI lo designó Pro-Prefecto de la Sagrada Congregación para los Religiosos y los Institutos Seculares, dicasterio del que luego fue Prefecto. En 1976 fue creado Cardenal.
En 1984 fue nombrado Presidente del Pontificio Consejo para los Laicos. Fue en este cargo, bajo el pontificado de San Juan Pablo II, cuando el Cardenal Pironio organizó la primera Jornada Mundial de la Juventud en Roma (1985) y las que siguieron en Buenos Aires (1987), Santiago de Compostela (1989), Częstochowa (1991), Denver (1993) y Manila (1995).
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