La hermana Paciencia no fue repatriada en un primer momento desde Liberia junto a sus compañeros Miguel Pajares y Juliana Bonoha. Los expertos consideraron que ya era tarde para que superara la enfermedad, pero no fue así. Superó el ébola en Monrovia y viajó hasta España para donar su suero, que se utilizó para tratar a la auxiliar de enfermería Teresa Romero, primera contagiada por el virus fuera de África.
Recordando la razón de que donara su sangre asegura que "la vida no es tanto para guardarla, como para darla; tenemos que estar siempre disponibles y ayudar a nuestros hermanos, estar atentos para descubrir las necesidades de los demás y no hacer oídos sordos. Si intentamos cada uno hacer lo mismo, el mundo podrá ir cambiando".
Ahora continúa su labor entre los más pobres de Guinea en los campos de la enseñanza y la sanidad pero lanza un llamamiento para no olvidar otras enfermedades. "Son muertes que podrían evitarse, como las que provoca el hambre y la desnutrición, o la de las madres que mueren en los partos", dice Paciencia.
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