Con una liturgia de la palabra celebrada en Roma (Italia) y presidida por el Arzobispo de Viena (Austria), Cardenal Christoph Schönborn, se recordó el 70 aniversario del martirio de la enfermera católica y beata María Restituta, que fue decapitada por los nazis en marzo de 1943.

Así lo informó que diario del Vaticano, L'Osservatore Romano (LOR) recordando que la mártir, cuyo nombre al ser bautizada era Elena Kafka, fue "una mujer valiente y fuerte. Enfermera en un hospital austriaco (Lainz), al llegar el nazismo se opuso a las medidas antirreligiosa del régimen y defendió a los débiles y los enfermos, hablando de paz y democracia".

Tras ser denuncia a la SS, la policía secreta de los nazis, fue encarcelada, condenada a muerte y decapitada en Viene el 30 de marzo de 1943, a la edad de 49 años, junto a un grupo de operarios comunistas a los que acompañó en los últimos instantes de su vida.

En la celebración de ayer, realizada en la Basílica de San Bartolomé, participaron también los cardenales Miloslav Vlk y Dominik Duka, entre otros.

En la celebración, las hermanas franciscanas de la caridad cristiana, congregación a la que pertenecía la beata, donaron a la Basílica una pequeña cruz que Sor María Restituta llevaba en el cíngulo de su hábito.

La reliquia fue depositada en el altar que recuerda el martirio de una mujer nacida en 1941 y que fue asesinada por los nazis en el mismo hospital donde la beata María prestaba su servicio.

Fue el Beato Papa Juan Pablo II quien después del Jubileo del año 2000 quiso que la Basílica de San Bartolomé se convierta en memorial de los "nuevos mártires" de los siglos XX y XXI, confiado a la Comunidad de San Egidio, que con la embajada de Austria ante la Santa Sede, organizó la liturgia de ayer.

La Beata Elena Kafka, señala LOR, se opuso a la decisión de los nazis de retirar los crucifijos y colocar en su lugar la esvástica. Difundió además una "canción del soldado" que hablaba de la democracia y paz en una Austria libre.

Un médico cercano a la SS la denunció y fue arrestada por la Gestapo el 18 de febrero de 1942. Fue condenada a muerte el 29 de octubre de ese mismo año. Antes de morir le pidió al capellán que hiciera la señal de la cruz en la frente.

"Era una santa porque en aquella situación alentaba a todos, transmitía fuerza, un espíritu positivo y de confianza", recuerda una compañera suya en la prisión.

El Papa Juan Pablo II la beatificó el 21 de junio de 1998 en Viena, Austria, junto a Jakob Kern y Anton Maria Schwartz.

Sobre la valentía de Sor Restituta, el Papa Wojtyla dijo que "muchas cosas se le puede quitar a los cristianos. Pero la cruz como signo de salvación no la podemos quitar. ¡No permitiremos que sea excluida de la vida pública! Escucharemos la voz de la conciencia que dice: '¡Es necesario obedecer a Dios antes que a los hombres!'".

La Beata escribió desde la cárcel que "no importa cuán alejados estemos de todo, no importa si nos lo han quitado todo. La fe que se porta en el corazón nadie la puede quitar. Así se construye un altar en el propio corazón".