Reconciliación entre cubanos será fundamental para el futuro, dice revista católica

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La reconciliación entre los cubanos que viven en la Isla y aquellos que viven en el exilio será indispensable para el futuro de Cuba, señala en una columna de opinión la revista católica de la Arquidiócesis de La Habana "Espacio Laical".

El artículo, firmado por uno de los miembros del Comité de Redacción, Roberto Veiga González, señala que "el tema de la reconciliación entre cubanos, ahora introducido en esta revista de manera directa y algo amplia con estos dos trabajos, es un asunto que la Iglesia Católica en la Isla presenta desde hace mucho tiempo"; y que poco a poco se ha ido introduciendo entre los cubanos de la Isla, así como del exhilio.

El autor comprueba que "no faltan quienes ignoran o rechazan la idea de la reconciliación"; "unos plantean que no hay nada que reconciliar, que lo único necesario es hacer cambios para vivir en la normalidad"; otros "sostienen con intransigencia la imposibilidad de reconciliarse con quienes se han enfrentado".

"Claro que es necesario reconciliarnos –escribe Veiga–. El estado actual de nuestra realidad, que sufre de una crisis antropológica y social, demuestra que hemos roto con muchos valores vitales para alcanzar una vida personal y comunitaria digna y feliz. La apasionada polarización ideológica que hemos vivido generó la ruptura entre cubanos y ha trastocado el debido orden de muchas cosas".

"Lograr una reconciliación capaz de encauzar la común-unión entre los cubanos, encaminada hacia la consecución de una sociedad cada vez más equilibrada, exige la reconciliación política, pues de este ámbito depende el orden que hace posible todo lo demás", agrega.

Al destacar el papel de la Iglesia en impulsar el cambio de corazón en las personas, el autor del artículo destaca que, "sin un espíritu de bondad, sereno y pacifico, no será posible que el cubano en general, y sobre todo los que están disgustados o enfrentados entre sí, se dispongan al perdón y al arrepentimiento, o sea, al reconocimiento de las culpas propias".

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"Quienes creemos en el perdón –agrega–, debemos hacer comprender que todos tenemos que perdonar y que no hay alguien que no deba ser perdonado (sobre todo si es capaz de reconocer sus culpas y aún si no las reconoce), que hemos de asumir como propia toda la historia, el presente y el pasado, lo bueno y lo malo, y perdonar sin ocuparnos de que nos perdonen, procurar tener la iniciativa y desencadenar un proceso sincero que pueda ir ampliando la disposición de hacerlo".

Veiga recuerda que en la Carta Pastoral "El amor todo lo espera", del 8 de septiembre de 1993, los Prelados cubanos caracterizan el diálogo como "franco, amistoso y libre, en el que cada uno exprese su sentir verbal y cordialmente".

"Es posible afirmar –sigue el autor– que todo auténtico camino de reconciliación es un genuino suceso de justicia, pues a través de la reconciliación los seres humanos se reponen mutuamente cuanto les corresponde con el objetivo de vivir con dignidad y en armonía".

El autor del artículo, aunque reconoce que la justicia implica castigar proporcionalmente a quienes han hecho daño, cree que "como es muy probable que sobre esto no se pueda llegar a ningún acuerdo, opino que lo más justo sea eximirnos de todo presunto castigo, siempre y cuando estemos dispuestos a consolidar la armonía del presente y del futuro de la nación. Ante una propuesta de esta índole, lo reconozco, muchos podrán alegar que dónde quedará entonces la justicia en relación con los daños ocasionados. Y tienen razón. No obstante, yo les diría que la única posibilidad verdadera de justicia al alcance de nuestras manos está en la disposición y en el acuerdo para construir juntos una Cuba mejor. Lo otro, soñar con una justicia vindicativa, tanto de un lado como del otro, es paralizarnos, consumirnos y abandonar al país no se sabe a cuál suerte".

"Todo este quehacer a favor del encuentro y la solidaridad entre los nacionales debe encontrar en cada cubano, y en cada agrupación de cubanos, a un protagonista capaz de esforzarse para alcanzar estas metas. Pero esto, a su vez, necesita de autoridades que lo propicien", dice el artículo.

La Iglesia Católica, según señala el autor, "tiene un enorme desafío en cuanto a la reconciliación. A ella le compete la misión de procurar la concordia entre todos los hombres y por eso está obligada a promoverla entre los cubanos".

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"Es forzoso reconocer que no faltarán quienes se resistan a transitar este camino. Por ello, se hace necesario que todo aquel capaz de sensibilizarse con esta necesidad se convierta en un incansable constructor de puentes. Será mejor que quienes hoy rechazan el encuentro y la solidaridad, con mucho disgusto o rabia, se beneficien mañana de una Cuba superior sustentada por una unidad fraterna en la diversidad, producto de la reconciliación entre todos los cubanos", concluye.

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