Al dedicar la catequesis de este miércoles a San Atanasio de Alejandría, una de las "columnas de la Iglesia", el Papa Benedicto XVI recordó que quienes se acercan a Dios no se alejan de los hombres, sino que se aproximan a ellos.
San Atanasio, nacido hacia el año 300 y muerto en el 373, y cuya estatua colocó Bernini en el ábside de la basílica vaticana junto a las de los santos doctores de la Iglesia, Ambrosio, Juan Crisóstomo y Agustín, en torno a la Cátedra de San Pedro, es “el apasionado teólogo de la encarnación del Logos, el Verbo de Dios” y “el adversario más tenaz e importante de la herejía arriana que amenazaba la fe en Cristo, minimizando su divinidad, según una tendencia recurrente en la historia y que todavía, de diversos modos, podemos ver hoy”.
El Papa recordó que Atanasio tomó parte en el Concilio de Nicea (325), donde los obispos establecieron “el Símbolo de la fe, que ha permanecido en la tradición de las diversas confesiones cristianas y en la liturgia como el Credo niceno-constantinopolitano”, donde se afirma que “el Hijo es ‘de la misma sustancia’ que el Padre, para subrayar su divinidad plena, que en cambio negaban los arrianos”.