Quien obstaculiza la institución familiar atenta contra la paz, advierte Benedicto XVI

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“Quien obstaculiza la institución familiar, aunque sea inconscientemente, hace que la paz de toda la comunidad, nacional e internacional, sea frágil, porque debilita lo que, de hecho, es la principal ‘agencia’ de paz”, ha señalado el Papa Benedicto XVI en un mensaje hecho público hoy con motivo de la Jornada Mundial de la Paz que se celebrará el 1º de enero de 2008.

“Todo lo que contribuye a debilitar la familia fundada en el matrimonio de un hombre y una mujer, lo que directa o indirectamente dificulta su disponibilidad para la acogida responsable de una nueva vida, lo que se opone a su derecho de ser la primera responsable de la educación de los hijos, es un impedimento objetivo para el camino de la paz”, asegura el Santo Padre en su mensaje presentado hoy en el Vaticano.

El mensaje que lleva por título “Familia humana, comunidad de paz”, y que será resumido por el Pontífice el primer día del próximo año ante los feligreses y el mundo entero, fue presentado esta mañana en una conferencia de prensa ofrecida por el Presidente del Pontificio Consejo Justicia y Paz, Cardenal Renato Raffaele Martino.

En la primera parte del texto, que desarrolla el sentido y el valor de la conexión entre núcleo familiar y paz, el Pontífice señala que “en una vida familiar ‘sana’ se experimentan algunos elementos esenciales de la paz: la justicia y el amor entre hermanos y hermanas, la función de la autoridad manifestada por los padres, el servicio afectuoso a los miembros más débiles (...), la ayuda mutua en las necesidades de la vida, la disponibilidad para acoger al otro y, si fuera necesario, para perdonarlo”.

“Por eso –continúa el Papa–, la familia es la primera e insustituible educadora de la paz. No ha de sorprender, pues, que se considere particularmente intolerable la violencia cometida dentro de la familia”.

Así, resalta el Santo Padre, la familia es también “fundamento de la sociedad porque permite tener experiencias determinantes de paz” y, por ello mismo, “la comunidad humana no puede prescindir del servicio que presta la familia”.

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Más adelante, Benedicto XVI señala que “la familia, al tener el deber de educar a sus miembros, es titular de unos derechos específicos” y que “la negación o restricción de los derechos de la familia, al oscurecer la verdad sobre el hombre, amenaza los fundamentos mismos de la paz”.

Al desarrollar el pasaje titulado “La humanidad es una gran familia”, el Santo Padre subraya que “la comunidad social, para vivir en paz, está llamada a inspirarse también en los valores sobre los que se rige la comunidad familiar”.

Al respecto señala que es esencial que “cada uno se esfuerce en vivir la propia vida con una actitud responsable ante Dios, reconociendo en Él la fuente de la propia existencia y la de los demás. Sobre la base de este principio supremo se puede percibir el valor incondicionado de todo ser humano y, así, poner las premisas para la construcción de una humanidad pacificada”.

Familia y problemáticas que atañen a la paz

En una segunda parte del documento, la familia humana se pone en relación con una serie de problemáticas que atañen a la paz, tales como el medio ambiente, la economía, la moral, y la superación de los conflictos.

Al tratar el tema de la “Familia, comunidad humana y medio ambiente”, el Pontífice manifiesta que “la familia necesita una casa a su medida, un ambiente donde vivir sus propias relaciones”.

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“Para la familia humana, esta casa es la tierra, el ambiente que Dios Creador nos ha dado para que lo habitemos con creatividad y responsabilidad. Hemos de cuidar el medio ambiente: éste ha sido confiado al hombre para que lo cuide y lo cultive con libertad responsable, teniendo siempre como criterio orientador el bien de todos”.

Al respecto precisó que “el valor del ser humano está por encima de toda la creación. Respetar el medio ambiente no quiere decir que la naturaleza material o animal sea más importante que el hombre. Quiere decir más bien que no se la considera de manera egoísta, a plena disposición de los propios intereses, porque las generaciones futuras tienen también el derecho a obtener beneficio de la creación, ejerciendo en ella la misma libertad responsable que reivindicamos para nosotros”.

En otra parte de su mensaje, el Papa indica que “una condición esencial para la paz en cada familia es que se apoye sobre el sólido fundamento de valores espirituales y éticos compartidos”.

Sin embargo, precisó, “se ha de añadir que se tiene una auténtica experiencia de paz en la familia cuando a nadie le falta lo necesario, y el patrimonio familiar” se administra correctamente con solidaridad, sin excesos ni despilfarro. “Por tanto, –continúa– para la paz familiar se necesita, por una parte, la apertura a un patrimonio trascendente de valores, pero al mismo tiempo no deja de tener su importancia un sabio cuidado tanto de los bienes materiales como de las relaciones personales”.

Familia y ley moral

Reflexionando sobre la “Familia, comunidad humana y ley moral”, el Papa expresa que “una familia vive en paz cuando todos sus miembros se ajustan a una norma común: esto es lo que impide el individualismo egoísta y lo que mantiene unidos a todos, favoreciendo su coexistencia armoniosa y la laboriosidad orgánica”.

Tras reivindicar la validez de este criterio para las comunidades nacional e internacional, el texto señala que “para alcanzar la paz se necesita una ley común, que ayude a la libertad a ser realmente ella misma, en lugar de ciega arbitrariedad, y que proteja al débil del abuso del más fuerte”.

Sobre este tema, el Papa reiteró que la ley positiva debe tener como criterio” la norma moral basada en la naturaleza de las cosas”, norma que “debe regular las opciones de la conciencia y guiar todo el comportamiento del ser humano”. Si las normas jurídicas no se remontan a la natural, explica, aquella “queda a merced de consensos frágiles y provisionales”, advierte.

Superación de los conflictos y desarme

El último tema abordado por el Papa en su mensaje es el de la “Superación de los conflictos y desarme” en el que constata que “la humanidad sufre hoy, lamentablemente, grandes divisiones y fuertes conflictos que arrojan densas nubes sobre su futuro”.

El Santo Padre lamenta que “vastas regiones del planeta están envueltas en tensiones crecientes, mientras que el peligro de que aumenten los países con armas nucleares suscita en toda persona responsable una fundada preocupación”.

Tras echar una mirada preocupada a África y Medio Oriente, el Papa expresa su pesar por el “aumento del número de Estados implicados en la carrera de armamentos: incluso naciones en vías de desarrollo destinan una parte importante de su escaso producto interior para comprar armas”.

Por otro lado, expresa que “en esta fase en la que el proceso de no proliferación nuclear está estancado, siento el deber de exhortar a las autoridades a que reanuden las negociaciones con una determinación más firme de cara al desmantelamiento progresivo y concordado de las armas nucleares existentes”.

Al finalizar su documento, Benedicto XVI invita “a todos los hombres y mujeres a que tomen una conciencia más clara sobre la común pertenencia a la única familia humana y a comprometerse para que la convivencia en la tierra refleje cada vez más esta convicción, de la cual depende la instauración de una paz verdadera y duradera”.

Lea el Mensaje completo de Benedicto XVI para la Jornada Mundial de la Paz 2008 haciendo click AQUÍ.

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