¿Qué milagro haría el Papa Francisco si pudiera hacerlo?

¿Qué milagro haría el Papa Francisco si pudiera hacerlo?
El Papa en la Confirmación en la iglesia San Cirilo en Roma (Foto ACI Prensa)

Esa fue una de las preguntas que el Papa Francisco respondió en su reciente visita a la parroquia de San Cirilo en la periferia de Roma en donde confirmó a nueve muchachos y en donde departió natural y amigablemente durante unas cuatro horas con una serie de personas del lugar entre niños, jóvenes y padres de familia.

La pregunta se la hizo al Papa uno de los chicos que se prepara para la Confirmación y la respuesta, señala el diario del Vaticano, L'Osservatore Romano (LOR), la dio él mismo de forma "lapidaria" y fue la siguiente: "Curar a los niños porque me duele mucho ver a los niños que sufren".

Esta visita realizada en medio de un ambiente de fiesta pese al intenso frío, señala LOR, recuerda a la que el Santo Padre solía hacer cuando era Arzobispo de Buenos Aires en Argentina. "El Papa no ha desilusionado ante la expectativas: ha besado a los más pequeños, ha estrechado muchas manos y ha respondido a quien lo llamaba".

El Santo Padre ha saludado uno a uno a los enfermos con abrazos, caricias, sonrisas y palabras de aliento. Algunos incluso lloraba por la felicidad de verlo y tocarlo. A los niños de la Primera Comunión, el Papa les dijo: "¿Son buenos, saben rezar? Les agradezco estar aquí para pasar estas horas juntos, para conocernos mejor".

A los padres de los niños bautizados durante el año, el Papa dijo que "cuando se les bautiza llevamos a casa no solo a nuestro hijo, sino una semilla de divinidad que debemos hacer crecer".

La paciencia, ha explicado el Papa, es importante para con los hijos "así como es bello dialogar con ellos y enseñarles", pero es más hermosa la conciencia de que con el Bautismo "llega a la casa un signo divino".

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Respondiendo luego a las preguntas de los chicos de la Confirmación, una de las cuales era si se considera predilecto de Dios, el Papa contestó: "Para el Señor los predilectos son los niños. Es Jesús quien lo dice y esto es importante". Luego comentó, respondiendo a otra pregunta, que nunca pensó en ser el Sucesor de Pedro, ni cuando fue ordenado sacerdote ni cuando llegó al Cónclave que lo eligió finalmente.

El día a día del Papa

Sobre su jornada cotidiana, el Santo Padre contó que "yo rezo, luego celebro la Misa y luego comienzo a trabajar" leyendo cartas, documentos y en encuentros con cardenales, obispos, sacerdotes y laicos. El almuerzo es entre mediodía y la una de la tarde, luego el reposo de una media hora y nuevamente el trabajo hasta la noche, señala LOR.

Sobre su primera Misa como Papa, Francisco dijo que "¿tenía ansias? Sí. Un poco, sí, pero la gente era buena. Pero es cierto: tener tanta gente delante da un poco de miedo. Me siento bien realmente. El Señor me ha ayudado a ser sacerdote, luego Obispo y ahora Papa".

El Papa dijo luego que es importante amar a la Iglesia "rezando siempre, no hablando mal de los otros, porque el chisme destruye la amistad y recibiendo bien a la gente, siempre con una sonrisa". Los sacerdotes por eso, deben esforzarse por ser amables y buenos, y por eso "hay que rezar mucho por ellos".

Luego de celebrar la Misa de Confirmación, el Papa agradeció "de corazón por su acogida, por su bondad, por su alegría y les pido que recen por mí ¡porque lo necesito!"

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Francisco recordó además que fue bautizado en la Navidad de 1936, solo unos días después de nacido; que su vocación se inició con un confesor desconocido en la Basílica de San José de Flores, en el barrio de Buenos Aires en donde vivía.

En Asís, prosiguió, durante su reciente visita "he pedido la gracia de la simplicidad para mí y para la Iglesia. Contó además que de joven trabajó como agente de "seguridad" y contó sobre su experiencia de haber enseñado literatura y psicología, explicando cómo ayudar a los alejados para que vuelvan a la Iglesia.

"No tenemos que ir puerta a puerta a hacer proselitismo –dijo con palabras de Benedicto XVI– porque la Iglesia crece por la atracción".

El último gesto del Papa fue la bendición de Alessio, un bebé por nacer, y la despedida final a la multitud de personas que estuvieron allí las cuatro horas que estuvo él. A ellos los invitó a amar a la Iglesia, a Dios y a la Virgen, con el augurio de "un buen camino hacia la Navidad para encontrarse una vez más con Jesús".

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