En la Misa de Miércoles de Ceniza que presidió en la Basílica de Santa Sabina en Roma, el Papa Benedicto XVI explicó que el primer acto de justicia que toda persona debe realizar es "reconocer la propia iniquidad", para así comenzar su camino de conversión hacia Cristo, especialmente en este tiempo de Cuaresma.
Al iniciar su homilía, el Santo Padre resaltó que Dios tiene para el hombre "una indulgencia infinita, animada por una constante y universal voluntad de vida. En efecto, perdonar a alguien equivale a decirle: no quiero que mueras sino que vivas, por encima de todo quiero tu bien".
Ésta, continuó el Papa, es la "absoluta certeza que sostuvo a Jesús en sus cuarenta días en el desierto de Judea, luego del bautismo recibido de Juan en el Jordán. Aquel largo tiempo de silencio y ayuno fue para Él un abandonarse completamente al Padre y su designio de amor, fue eso mismo un ‘bautismo’, es decir una ‘inmersión’ en su voluntad, y en este sentido un anticipo de la Pasión y de la Cruz".