16 de noviembre de 2007 / 4:34 a. m.
“Para la Biblia la finalidad del embrión está clara, se trata de una unidad indisoluble, de un proceso unitario y coherente; compacto y armónico” que ya es una persona humana, afirmó el Presidente del Pontificio Consejo para la Cultura, Mons. Gianfranco Ravasi.
En un mensaje enviado a los participantes de la Conferencia “Ontogénesis y vida humana”, organizado por el Pontificio Ateneo Regina Apostolurum en colaboración con la Pontificia Academia para la vida, el Prelado indicó que en los salmos se encuentra “un término hebreo rarísimo ‘golmi’, que indica cualquier cosa redondeada o cilíndrica: es la denominación simbólica de lo que llamamos ‘embrión’. En el vientre materno está entonces la presencia eficaz de Dios que interviene en la formación de ese ser humano”.
“Es una especie de creación continúa –prosiguió– que ve en la concepción y en el desarrollo del embrión la participación del Creador que ya ha finalizado la criatura y que avanza hacia su plenitud”.
En otras palabras, precisó, “la existencia humana está plasmada y ya está prefigurada la estructura psicofísica del individuo” en el embrión. “Dios delinea los días del hombre aún antes de que éste exista. Para el Creador no solo no es extraño ese pequeño germen de vida que es el feto, sino que también es capaz de ver el futuro que todavía no está”, concluyó.