La experta explicó a ACI Prensa que "a los 8 años, en una familia normal, tus padres te enseñan a comer lo que debes (no necesariamente lo que quieres), te fijan horarios y te educan hacia la normalidad. Desde luego, no se tiene capacidad legal para manejar un auto, tomar licor, disponer de bienes patrimoniales, etc. Sin embargo, están facilitando a este pobre niño que decida lo más importante que lo acompañará toda la vida: su identidad sexual".
"Éste es un caso significativo del riesgo que puede correr un niño al ser dado en adopción para satisfacer los deseos de una pareja homosexual. Se suman aquí, la ausencia de un progenitor de identificación y otro de complementariedad; la falta de compromiso real para afrontar la crianza del hijo en forma responsable buscando para él las mejores oportunidades de una vida plena y la falta de criterio de las personas a quienes ha sido entregado y que optan por lo que les viene más fácil sin cuestionarse el papel que están jugando ellas en la formación de la incipiente personalidad del niño", agregó.
Además, precisó que el caso "plantea cuestionamientos éticos y morales para el equipo médico que ha aceptado intervenir en el cambio de sexo de un pre púber".