Ante las continuas amenazas que el secularismo impone a la vida de las personas con discapacidad como el aborto, Ignacio Segura Madico, invidente y vicepresidente de la Federación Internacional de Asociaciones Católicas de Ciegos (FIDACA), recuerda que estas personas tienen derecho a vivir y sentir la mirada tierna de Dios.

En declaraciones a ACI Prensa el 6 de agosto, Ignacio explicó, que ante la amenaza del aborto, “hay que dejar a las personas desarrollarse como lo que son, como personas, y es cierto que es complicado, complejo y muy duro tener un hijo discapacitado, pero personalmente, yo, con todo lo que tengo, quiero seguir viviendo”.

Ignacio Madico, tiene 44 años y vive en Jaén (España), no nació ciego, sino que de joven desarrolló una retinosis pigmentaria que le fue quitando la vista gradualmente. Ahora, sostiene que como persona con discapacidad vive el gozo de dar alegría a otras personas a través de su enfermedad.

Madico señaló que las personas discapacitadas son un don de Dios para la Iglesia, “necesitamos ayuda, pero también nosotros somos unos catalizadores de ayuda, no solo hacia nosotros, sino para los demás, porque permitimos que quienes nos ayudan, se desarrollen dentro de la caridad, dentro del amor y de otras muchas cosas”.

Además, recordó que la persona discapacitada es fundamental en la historia de los Evangelios, e invitó a “darnos cuenta de que en los Evangelios, Jesús siempre se acerca a personas con discapacidades, con problemas, y no busca al ser perfecto”.

A través de un comunicado enviado a ACI Prensa, Ignacio explicó que la persona con discapacidad “tiene derecho a vivir la experiencia de sentirse acogida y mirada tiernamente por Dios Padre y experimentar así la seguridad de que no es un ser advenedizo, ni un extraño, ni un usurpador de ilusiones y de gozos ajenos, sino más bien que su estar en el mundo, su vivir que le es propio y personalísimo, es un gozo para personas muy concretas, es un gozo para Dios mismo”.

Al explicar que la vida de los discapacitados debe ser reconocida en toda su realidad, Madico explicó que “sin duda, el discapacitado está especialmente expuesto a estos grandes vacíos personales y sociales, y nadie como él experimenta el desgarro de la indefensión y de la soledad”.
“Nadie es tan sensible a la presencia amistosa, al compromiso personal, a la vivencia de alianza y fidelidad, y el amigo fiel será el gran regalo”, afirma.

Madico, quien además es vicepresidente de la Asociación de Ciegos Españoles Católicos (CECO), instituida canónicamente por la Conferencia Episcopal Española (CEEE), consideró que “quien sufre algún tipo de discapacidad capta mejor que nadie quién lo reconoce, quién lo integra, y quién lo quiere”.

“No hay nada más dramático para un ser humano que sentirse excluido o experimentar que su vida no es causa de alegría, sino más bien una carga, una desilusión”, y el “inconsciente de todo hombre, por discapacitado que sea, capta a la perfección este mundo de los matices afectivos donde en realidad se juega el verdadero reconocimiento e integración de la persona humana”, aseguró.

Finalmente, Madico recordó que “toda atención humana y espiritual que no ofrezca respuesta a estas zonas profundas del discapacitado, es quedarse en la superficialidad sin llegar a esos espacios donde se fragua verdaderamente la felicidad del hombre”.

Ante esta verdad, el discapacitado “tiene derecho a descubrir y experimentar en su vida que Dios se hace su compañero de camino, que se compromete con su vida y hace alianza con él”, concluyó.