El Pontífice explicó al respecto que “la voluntad de Dios no es para el hombre una ley externa, sino la medida intrínseca de su naturaleza, una medida que está escrita en él y lo convierte en imagen de Dios y así en creatura libre”.
“Si vivimos en contra del amor y en contra de la verdad –contra Dios–, nos destruimos mutuamente y destruimos el mundo. No encontramos la vida, sino que jugamos el juego de la muerte. Todo esto es contado con imágenes inmortales en la historia de la caída original y en la expulsión del hombre del Paraíso terrenal”, agregó.
El Papa advirtió también que, precisamente, al ver el mundo de hoy, constatamos que “el mal siempre envenena, jamás eleva al hombre, sino que lo abaja y lo humilla, no lo hace más grande, más puro y más rico, sino que lo daña y lo hace ser más pequeño”.
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