23 de febrero de 2012 / 10:33 AM
En la Misa de Miércoles de Ceniza que presidió ayer, el Papa Benedicto XVI explicó que las cenizas recuerdan al hombre su condición de mortal, pero no para desesperarse, sino para acoger a Dios que con su Resurrección abre a los hombres las puertas del cielo.
El Papa presidió ayer la tradicional procesión penitencial desde la Iglesia de San Anselmo del Aventino hasta la basílica de Santa Sabina, en la misma colina romana. Tomaron parte en ella numerosos cardenales, arzobispos y obispos, así como los monjes benedictinos de San Anselmo, los sacerdotes dominicos de Santa Sabina y los fieles.
Tras la procesión, Benedicto XVI presidió la celebración Eucarística con el rito de la bendición y la imposición de la ceniza. El Papa la recibió de manos del Cardenal Josef Tomko, titular de la basílica, y seguidamente la impuso a los cardenales y a algunos monjes, religiosos y fieles.