En la homilía de la Misa en la que declaró santos a San Juan Pablo II y San Juan XXIII, el Papa Francisco señaló que ambos pontífices fueron verdaderos testigos de la misericordia de Dios.
Ante cientos de miles de personas reunidas en la Plaza de San Pedro, el Papa Francisco señaló que "San Juan XXIII y San Juan Pablo II tuvieron el valor de mirar las heridas de Jesús, de tocar sus manos llagadas y su costado traspasado. No se avergonzaron de la carne de Cristo, no se escandalizaron de él, de su cruz; no se avergonzaron de la carne del hermano, porque en cada persona que sufría veían a Jesús".
"Fueron dos hombres valerosos, llenos de la parresía del Espíritu Santo, y dieron testimonio ante la Iglesia y el mundo de la bondad de Dios, de su misericordia".