"Proclamar la belleza y la verdad del mensaje cristiano a una sociedad que está tentada por una visión confusa de la sexualidad, el matrimonio y la familia. Como saben, estas realidades sufren cada vez más el ataque de fuerzas poderosas que amenazan con desfigurar el plan de Dios sobre la creación y traicionan los verdaderos valores que han inspirado y plasmado todo lo mejor de su cultura", exhortó.
Francisco afirmó que los filipinos son conocidos "por su amor a Dios, su ferviente piedad y su cálida devoción a Nuestra Señora y su rosario. Este gran patrimonio contiene un poderoso potencial misionero".
"Queridos hermanos obispos, sacerdotes y religiosos: pido a María, Madre de la Iglesia, que les conceda un celo desbordante que los lleve a gastarse con generosidad en el servicio de nuestros hermanos y hermanas. Que de esta manera, el amor reconciliador de Cristo penetre cada vez más profundamente en el tejido de la sociedad filipina y, a través de él, hasta los confines de la tierra", concluyó.
Un momento emotivo fue cuando el Papa, al momento del saludo de la paz, se bajó del altar para acercarse a un grupo de religiosas discapacitadas y a un sacerdote anciano, que se esforzó para ponerse de pie y con emoción recibir el saludo del Santo Padre.