En este sentido, el Santo Padre señaló que Jesús fue maestro de esta mirada porque "en su vida no han faltado nunca los tiempos, los espacios, los silencios, la comunión amorosa que permite a la existencia no ser devastada por las pruebas inevitables, sino de custodiar intacta la belleza" y agregó que "su secreto era la relación con el Padre celeste".
De este modo, el Pontífice reflexionó en el pasaje del Evangelio de San Marcos que describe la Transfiguración y destacó que "los Evangelios colocan este episodio en el momento crítico de la misión de Jesús, cuando crecen entorno a Él la protesta y el rechazo. Incluso entre sus discípulos muchos no lo entienden y se van; uno de los doce alberga pensamientos de traición. Jesús empieza a hablar abiertamente de los sufrimientos y de la muerte que le esperan en Jerusalén".
"En este contexto Jesús sube a lo alto del monte con Pedro, Santiago y Juan. Y se transfiguró delante de ellos, y sus vestidos se volvieron resplandecientes, muy blancos, tanto que ningún batanero en la tierra sería capaz de blanquearlos de ese modo", citó el Papa.
El Santo Padre destacó que "en el momento en el que Jesús es incomprendido, precisamente cuando todo parece ofuscarse en un torbellino de malentendidos, es ahí que resplandece una luz divina. Es la luz del amor del Padre, que llena el corazón del Hijo y transfigura toda su Persona".