La reconciliación nacional y el papel que la Iglesia puede desempeñar en esa tarea, cuando se cumplen veinte años del genocidio que devastó al país, han sido los temas centrales del discurso del Papa Francisco a los obispos de la Conferencia Episcopal de Ruanda al final de visita ad Limina.
El Santo Padre recuerda el sufrimiento de los ruandeses y las tantas heridas que todavía están lejos de cerrarse y, uniéndose de todo corazón al luto de la población, asegura sus oraciones por las comunidades eclesiales "a menudo desgarradas, por todas las víctimas y sus familias y por todos los ruandeses, independientemente de su religión, de su etnia o de su opción política".
Dos décadas después de los trágicos acontecimientos de 1994 "la reconciliación y el restaño de las heridas siguen siendo, sin lugar a dudas la prioridad de la Iglesia en Ruanda -escribe el Papa-. El perdón de las ofensas y la reconciliación genuina que después de tanto sufrimiento podrían parecer imposibles desde el punto de vista humano son, sin embargo, un don que es posible recibir de Cristo gracias a la fe y a la oración, incluso si el camino es largo y requiere paciencia, respeto mutuo y diálogo".