Luego, el Santo Padre indicó que "en más de una ocasión, sobre todo en los libros de los profetas, se constata que la no observancia de los preceptos de la Ley constituía una verdadera traición a la Alianza, provocando la reacción de la ira de Dios. El vínculo entre Alianza y Ley era tan estrecho que las dos realidades eran inseparables. La Ley es la expresión, que una persona, un pueblo, está en Alianza con Dios".
"A la luz de todo esto es fácil entender el buen juego que tendrían esos misioneros que se habían infiltrado entre los Gálatas para sostener que la adhesión a la Alianza conllevaba también la observancia de la Ley mosaica. Así como era en aquel tiempo. Sin embargo, precisamente sobre esto punto podemos descubrir la inteligencia espiritual de San Pablo y las grandes intuiciones que él ha expresado, sostenido por la gracia recibida para su misión evangelizadora", afirmó.
En conclusión, el Santo Padre destacó que San Pablo explica a los Gálatas que, "en realidad, la Alianza y la Ley no están vinculadas de forma indisoluble" -la Alianza con Dios y la Ley mosaica- porque "el primer elemento sobre el que se apoya es que la Alianza establecida por Dios con Abraham se basó en la fe en el cumplimiento de la promesa y no en la observancia de la Ley, que todavía no estaba".
"Abraham empezó a caminar siglos antes de la Ley. Escribe el Apóstol: 'Y digo yo: Un testamento ya hecho por Dios en debida forma [con Abraham], no puede ser anulado por la ley, que llega cuatrocientos treinta años más tarde [con Moisés], de tal modo que la promesa quede anulada'. Esta palabra es muy importante, el pueblo de Dios, el cristiano, caminamos en la vida mirando una promesa, la promesa es precisamente lo que nos atrae, nos atrae para ir hacia adelante en el encuentro con el Señor", dijo.