Durante la Misa matutina celebrada en la Casa Santa Marta, el Papa Francisco invitó a practicar en este tiempo de Adviento una "teología de rodillas", para con corazón sencillo poder conocer a Jesús, quien no vino como un general del ejército o un gobernante potente, sino "como un brote", un vástago humilde y manso que "ha venido para los humildes, para los mansos, a traer la salvación a los enfermos, a los pobres, a los oprimidos".
Los ojos de un pobre son más aptos para ver a Cristo y, a través de Él, vislumbrar el perfil de Dios, afirmó el Papa y señaló que quienes pretendan sondear este misterio con los recursos de su propia inteligencia primero deben ponerse "de rodillas", en actitud de humildad, de lo contrario "no entenderán nada".
Francisco reafirmó la verdad y la paradoja del misterio de la Buena Nueva: el Reino de su Padre pertenece a los "pobres de espíritu". La reflexión del Papa siguió la huella del Evangelio de Lucas propuesta por la liturgia, en el punto en el que Cristo alaba y da gracias a su Padre porque ha decidido revelarse a quien para la sociedad no cuenta nada y a quien, tal vez cuenta, pero sabe hacerse "pequeño" en el alma.