Luego de su visita al Parlamento Europeo, el Papa Francisco acudió a la sede del Consejo de Europa, donde denunció el terrorismo religioso e internacional, "embebido de un profundo desprecio a la vida humana"; y llamó al continente a reflexionar "si su inmenso patrimonio (…) es un simple retazo del pasado para un museo", o si todavía puede "inspirar la cultura y abrir sus tesoros a toda la humanidad".
La mayor parte de su discurso trató sobre la paz y las amenazas que hoy se viven no sólo en Europa, sino en el resto del mundo. Sobre el tema, señaló que "la paz está todavía demasiado herida". "Cuánto dolor y cuántos muertos se producen todavía en este continente que anhela la paz, pero que vuelve a caer fácilmente en las tentaciones de otros tiempos". Pero, "la paz sufre también otras formas de conflicto, como el terrorismo religioso e internacional, embebido de un profundo desprecio a la vida humana y que mata indiscriminadamente a víctimas inocentes".
"Por desgracia, este fenómeno se abastece de un tráfico de armas a menudo impune", denunció ante los presentes. Además, "la paz también se quebranta por el tráfico de seres humanos, que es la nueva esclavitud de nuestro tiempo, y que convierte a las personas en un artículo de mercado, privando a las víctimas de toda dignidad".