"La fecundidad de nuestra misión, queridos hermanos en el sacerdocio, no está garantizada por el número de empleados o el prestigio de la institución, ni siquiera la cantidad de recursos disponibles. Lo que cuenta es estar impregnado por el amor de Cristo, dejarse conducir por el Espíritu e injertar la existencia misma del árbol de la vida, que es la Cruz del Señor".
El Pontífice recordó el Año de la Vida Consagrada, que testimonia el servicio de los religiosos también en la ayuda a los pobres y necesitados. "Pienso en muchas escuelas de la comunidad, gestionados por diversas familias religiosas, así como en diversos centros de acogida, orfanatos, casas-familia donde viven y crecen tantos niños y los niños abandonados. Deseo remarcar la dedicación heroica de tantos médicos y enfermeras, monjas y sacerdotes".
Francisco les pidió también tener en cuenta los distintos carismas de la diócesis y unir fuerzas para centrarse "en la realidad fundamental que es el encuentro con Cristo, en su misericordia, en su amor, y el amor de hermanos como Cristo nos amó".
El Papa destacó que "su pastoreo impone la obligación de unir, armonizar y racionalizar las energías de la diócesis de la Iglesia" y pidió "un renovado impulso apostólico a las comunidades cristianas, imprímanles la dinámica misionera de salida para acompañar a la gente -como hizo Jesús con los discípulos de Emaús- despertar esperanza, 'quemando' sus corazones y elevando el deseo de volver a casa, a su familia, a la Iglesia habitada por nuestras fuentes: la Sagrada Escritura, la catequesis, los sacramentos, la comunidad, la amistad con el Señor, María y los Apóstoles".