"Si escuchar el Evangelio y practicar nuestra fe no ensancha nuestro corazón para hacernos comprender la grandeza de este amor, y quizás nos deslizamos hacia una religiosidad seria, triste, cerrada, entonces es señal de que debemos detenernos y escuchar de nuevo el anuncio de la Buena Noticia: Dios te ama tanto que te da toda su vida", afirmó.
Por ello, el Santo Padre explicó que "no es un dios que nos mira con indiferencia desde arriba, sino un Padre, un Padre amoroso que se involucra en nuestra historia; no es un dios que se complace en la muerte del pecador, sino un Padre preocupado de que nadie se pierda; no es un dios que condena, sino un Padre que nos salva con el abrazo de su amor que bendice".
Finalmente, el Papa invitó a "no detener la obra de evangelización, que no es proselitismo. Ese anuncio cristiano que han recibido siempre debe llevarse a los demás; el evangelio de la cercanía de Dios pide expresarse en el amor a los hermanos; el deseo de Dios de que nadie se pierda pide a la Iglesia que ocuparse de los heridos y los marginados" y agregó que "si Dios ama tanto que se entrega a nosotros, la Iglesia también tiene esta misión: no es enviada a juzgar, sino a acoger; no a imponer sino a sembrar; no a condenar, sino a traer a Cristo que es la salvación", dijo el Papa.
"Nunca se desanimen al recorrer este camino. No tengan miedo de anunciar el Evangelio, de servir y de amar. Y con su alegría podrán asegurar que la Iglesia también diga: "¡Tanto amó al mundo!". Una Iglesia que ama al mundo sin juzgarlo y que se entrega por el mundo es bella y atractiva. Queridos hermanos y hermanas, deseo que así sea, en Filipinas y en todas las partes de la tierra", concluyó el Papa.