Papa confía a jóvenes a San Luis Gonzaga: “muchacho lleno de amor a Dios y al prójimo”

Papa confía a jóvenes a San Luis Gonzaga: “muchacho lleno de amor a Dios y al prójimo”
El Papa Francisco. Foto: Daniel Ibáñez / ACI Prensa

Al finalizar el rezo del Ángelus de este Domingo 21 de junio, el Papa Francisco confió a los jóvenes del mundo a la intercesión de San Luis Gonzaga, quien fue "un muchacho lleno de amor a Dios y al prójimo".

El Santo Padre presidió la tradicional oración mariana desde la ventana del palacio apostólico vaticano y recordó la memoria litúrgica de San Luis Gonzaga para saludar especialmente a los jóvenes presentes en la plaza de San Pedro y quienes escuchaban su mensaje a través de los medios de comunicación.

"Saludo especialmente a ustedes, jóvenes: hoy recordamos a San Luis Gonzaga, un muchacho lleno de amor a Dios y al prójimo; murió muy joven, aquí en Roma, porque se ocupó de los enfermos de la peste. A su intercesión confío a los jóvenes de todo el mundo", destacó el Papa.

Además, el Pontífice saludó a los "queridos fieles romanos y peregrinos venidos de varias partes de Italia" a la plaza de San Pedro y reconoció que "empiezan a verse los peregrinos" también de otros países: "veo algunos con sus banderas..." afirmó el Santo Padre mientras que los saludaba con la mano derecha desde la ventana.

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Datos biográficos:

San Luis Gonzaga nació en 1568 en Italia en una familia noble. Su madre, preocupada por las cosas de fe, lo consagró a la Virgen y lo hizo bautizar. Mientras que al papá sólo le interesaba el futuro mundano del hijo y que fuese soldado como él.

San Luis frecuentaba mucho los cuarteles y allí aprendió la importancia de ser valiente, pero también adquirió un vocabulario rudo.

Poco a poco fue creciendo en la fe y a los nueve años hizo un voto de castidad. Cuando tenía trece años conoce al Obispo San Carlos Borromeo, quien queda impresionado con la sabiduría e inocencia de Luis y le da la Primera Comunión.

Por asuntos de su padre tuvo que viajar a España y en la iglesia de los jesuitas en Madrid oyó una voz que le decía: "Luis, ingresa en la Compañía de Jesús". Su madre tomó con alegría los proyectos de Luis, pero el papá montó en cólera y no aceptó fácilmente la inquietud vocacional de su hijo.

San Luis ingresó al noviciado de la Compañía de Jesús. Con el tiempo se convirtió en un novicio modelo, se mantuvo fiel a las reglas y siempre buscaba estar en los oficios más humildes. En ocasiones, durante el recreo o en el comedor, caía en éxtasis.

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Por aquel entonces la población de Roma se vio afectada por una epidemia de fiebre, los jesuitas abrieron un hospital donde los integrantes de la orden atendían. Luis empezó a mendigar víveres para los enfermos y logró cuidar de los moribundos hasta que contrajo la enfermedad.

Se recuperó de ese mal, pero quedó afectado por una fiebre intermitente que en pocos meses lo redujo a un estado de gran debilidad. Acompañado de su confesor San Roberto Belarmino, se fue preparando para la muerte.

En una ocasión cayó en un arrobamiento y se le reveló que moriría en la octava del Corpus Christi. Con la mirada puesta en el crucifijo y el nombre de Jesús en sus labios, partió a la Casa del Padre alrededor de la media noche, entre el 20 y 21 de junio, con tan sólo 23 años.

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