San Pío de Pietrelcina era muy devoto a una imagen del Niño Jesús que tenía en su celda en San Giovanni Rotondo (Italia), donde vivía.
El santo de los estigmas la llamaba Bambinello dei baci (Niñito de los besos) porque cada vez que estaba ante él lo besaba y le rezaba.
La imagen mide 60 centímetros de alto y está hecha de una sola pieza de madera. Tiene alzados tres dedos de la mano derecha y en la mano izquierda sostiene una flama de oro. Está revestida con una túnica que lo cubre hasta los pies. También tiene una corona en la que está inscrita la frase Cuor del Mondo (Corazón del Mundo).