Enrique Martínez Domínguez tiene 71 años de edad, de joven ingresó al seminario pero por motivos de salud dejó los estudios, conoció a Guillermina con quien se casó y se dedicó al "apostolado matrimonial". A dos años de la muerte de su esposa, esta semana fue ordenado sacerdote en la Arquidiócesis de Chihuahua en México en compañía de sus ocho hijos y 18 nietos.

El diario El Heraldo de Chihuahua narró la conmovedora historia de su vocación. Gracias a la formación católica que recibió de sus padres y su acercamiento a la Iglesia como monaguillo, a los 17 años Enrique ingresó al Seminario Arquidiocesano de esta ciudad. Sin embargo tuvo que abandonar sus estudios por motivos de salud.

Consiguió un préstamo para operarse de una mastoiditis y sinusitis que lo habían afectado. Al terminar de pagarlo decidió reingresar al Seminario pero no le fue posible continuar por una serie de secuelas que le quedaron de las enfermedades que había padecido.

Decidió buscar empleo en una mina de hierro y en el pueblo de Camargo conoció a Guillermina Amparán Rey. "Desde que la vi me ganó, sentí que a ella se le iluminó la cara y a mí se me abrieron los ojos", recuerda.

Poco después la relación terminó y por tercera vez intentó regresar al seminario pero fue rechazado debido a las secuelas de las enfermedades. Pensando que Dios lo llamaba a la vida matrimonial, regresó con Guillermina y se casaron el 14 de octubre de 1967 en la Parroquia de Santa Rosalía en Camargo.

Enrique y "Guille", como la llamaba, siempre vivieron el apostolado en su matrimonio, participando en iniciativas solidarias. Lograron establecer un jardín de niños, una escuela primaria y otra secundaria, una clínica y construyeron una capilla.

Tuvieron ocho hijos: Francisco, Enrique, Celia, Isela, Roque, Marcos, Melina Rocío y Celina Patricia. Sus nietos tienen entre 1 y 17 años de edad. Pese a que no contaba con suficientes recursos económicos, logró que todos sus hijos fueran a la universidad.

Enrique siempre recibió el apoyo de Guille, que falleció el 7 de febrero del 2011 víctima del cáncer. Perderla fue un momento muy significativo. "Si se ha vivido en plena disponibilidad para Dios, la misma muerte no es un desenlace trágico, sino contemplar hacia dónde vamos", señala.

Diaconado permanente

Enrique recuerda que un año después de su matrimonio comenzó a escuchar a distintas personas sobre el diaconado permanente, se preparó y fue ordenado diácono permanente el 8 de septiembre de 1981 junto a su amigo Cornelio Corral. "Fuimos los primeros en Chihuahua (…) lo que me dio la oportunidad de trabajar a nombre de la Iglesia, pero desde luego apoyado por Guille mi esposa y mis 8 hijos".

A la muerte de Guillermina, Enrique le pidió al Arzobispo permanecer en el diaconado permanente pero varios sacerdotes le sugirieron la idea de que se ordenara sacerdote.

"Ordenar a un diácono permanente como sacerdote no es ordinario, es una excepción, porque el estatuto nuestro asienta que es diaconado hasta la muerte, pero el Obispo puede ordenar alguno excepcionalmente", explica.

Los diáconos permanentes pueden ser casados o célibes. Los casados, al quedar viudos y examinando cada caso en particular, con la anuencia del Obispo, pueden ser ordenados presbíteros. El Arzobispo Constancio Miranda sometió la solicitud a la Santa Sede que después de un año y medio le informó que podía proceder con la ordenación sacerdotal.

"Yo he querido ser obediente a Dios, no elegir una ruta personal, sino siempre en respuesta a la directriz de Dios, a quien siempre he sentido cerca. Éste es el momento más decisivo de mi vida, uno vislumbra que estamos en la etapa final, no existe temor ni nostalgia, por lo que he de seguir haciendo la voluntad de Dios", afirma.

La muerte de Guille fue un cambio fuerte en su vida, "el dolor de la despedida ha sido recompensado con esta nueva gracia de parte de Dios", agrega.

El jueves 15 de agosto, en la Catedral de Chihuahua, Enrique Martínez fue ordenado sacerdote.

"Junto con mis hermanos estamos muy contentos por esta celebración que es la ordenación de nuestro papá, entendiendo el compromiso de la educación que siempre nos ha proporcionado", dijo uno de sus hijos, Marco, capitán primero piloto aviador de la Fuerza Aérea Mexicana.

Destacó que su padre y su madre han sido un ejemplo. El día que a Enrique le informaron que había sido autorizada su ordenación, habló por teléfono con todos sus hijos. Su hija Celia dijo que la ordenación de su padre como sacerdote es una bendición de Dios, "es un regalo para la diócesis y la familia".

Enrique celebró su primera Misa en el templo de Nuestra Señora de Guadalupe, en la colonia Villa Nueva de Chihuahua.