Obispos revelan secretos del incremento de aspirantes al sacerdocio en nuevos seminarios

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Mons. Demetrio Fernández y Mons. Josep Ángel Saiz Meneses, obispos de las diócesis españolas de Tarazona y de Terrassa respectivamente, revelaron al diario La Razón algunos de las razones del explosivo incremento del número de jóvenes aspirantes al sacerdocio que han ingresado en sus respectivos seminarios.

El rotativo informa que ambos seminarios no tienen más de dos años y, sin embargo, el número de aspirantes al sacerdocio "crece más rápido que en otras diócesis de mayor población": Terrassa tiene ya 28 seminaristas y Tarazona, 15

"Una diócesis sin seminario es una diócesis muerta"

Mons. Fernández llegó a la diócesis aragonesa de Tarazona hace casi tres años. Su prioridad: reabrir el seminario local. "Hasta ese momento los aspirantes al sacerdocio de la diócesis estudiaban en Zaragoza, mientras que un edificio con capacidad para 300 estudiantes había quedado abandonado durante décadas", señala La Razón.

Al ser preguntado sobre si "puede haber una diócesis sin seminario", el Prelado aseguró que "una diócesis sin seminario es una diócesis muerta o en trance de extinción" y comparó esta situación con la de "una madre que ya no tiene hijos: sigue siendo madre, pero hay que acompañarla a bien morir". En este sentido, el Obispo expresó su alegría de poder dar a la Iglesia universal "muchos y santos sacerdotes". "Esta tarea a la diócesis de Tarazona la rejuvenece", apuntó.

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El Obispo, que en alguna ocasión dijo que probablemente no sería sacerdote si no hubiera estudiado en el seminario menor, defendió la importancia de que los jóvenes comiencen su formación para el sacerdocio desde temprana edad. "Estoy convencido de que los grandes ideales de una persona se forjan en torno a los 15 años. Son ideales llenos de sueños y de imaginación, que después tendrán que madurar, pero son ideales con una fuerza motora impresionante para toda la vida".

"Además, -prosiguió- un joven a esa edad es como una esponja, que lo absorbe todo, y necesita referentes que le hagan adquirir una personalidad recia y fuerte. Para eso sirve el seminario menor. Estamos abiertos a recibir a los jóvenes cuando Dios los llame, a los 20 años, a los 30, cuando sea y como sea, pero estoy seguro de que Dios llama a muchos cuando son todavía jovencitos. Haber tenido un único proyecto de vida da una consistencia personal y afectiva muy necesaria para tiempos de debilidad".

"Afrontamos el problema vocacional sin complejos"

La Razón entrevistó también al nuevo obispo de Terrassa (Barcelona), donde "ni siquiera había un lugar físico". Mons. Saiz Meneses, el primer obispo de esta nueva diócesis, aprovechó una donación para ubicar el seminario que lleva ahora poco más de un año en pie. Los 13 candidatos que tenía entonces estudiaban en el seminario de Barcelona.

Al ser preguntado sobre el aumento de los estudiantes en su seminario, el Prelado explicó que la clave está en la humildad y en la confianza en Dios, por lo que pidió oraciones por las vocaciones y exhortó a los enfermos "para que ofrezcan su dolor por esta intención".

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"A la vez, reveló, procuramos plantear el tema vocacional de forma directa y sin complejos. Por remarcar dos aspectos, me parece muy importante que creamos de verdad que Dios sigue llamando a jóvenes al sacerdocio, y también es esencial que transparentemos el gozo de la vida entregada al Señor a través de este camino".

Al igual que Mons. Fernández, el Obispo de Terrassa afirmó creer en los seminarios menores "por mi propia experiencia y la de muchos otros sacerdotes".

"Dios llama a quien quiere y cuando quiere. A menudo se cuestiona que un niño de 12 años o un joven de 18 puedan tener clara su vocación al sacerdocio. Hay niños que de pequeños dicen que quieren ser médico o maestro y acaban siéndolo después de una trayectoria rectilínea. Otros dicen lo que quieren ser de mayores pero luego discurren por un camino diferente. Lo mismo sucede en la vocación religiosa. De los niños que manifiestan esta vocación unos acaban en el sacerdocio y otros no. Se trata de acompañarlos en el proceso de maduración personal y ayudarlos a discernir la voluntad de Dios".

Interrogado sobre si es más difícil escuchar hoy la llamada al sacerdocio, el Prelado apuntó que "en una sociedad cada vez más secularizada y consumista, no sólo es difícil escuchar la llamada al sacerdocio, resulta difícil también vivir con coherencia la fe cristiana". Dios "sin duda llama a muchos por el camino del sacerdocio". Lo que hace falta es "silencio, oración, reflexión, para escuchar su llamada".

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