Obispos no deben servir al espíritu de la época sino abrir el mundo a Dios, dice el Papa

Obispos no deben servir al espíritu de la época sino abrir el mundo a Dios, dice el Papa

Al presidir esta mañana la ordenación episcopal de cinco nuevos obispos, el Papa Benedicto XVI señaló que los pastores en la Iglesia Católica no deben servir al espíritu que domina las épocas sino que deben cumplir su misión, con solidez, de abrir las puertas del mundo a Dios.

En la homilía que pronunció en la Basílica de San Pedro, el Santo Padre dijo que "el pastor no puede ser como paja en el pantano que se dobla con el soplo del viento, un siervo del espíritu de la época".

"El ser intrépido, el valor de oponerse a las corrientes del momento, pertenece de modo esencial a la tarea del Pastor. No debe ser como paja en el pantano, sino que debe ser como un árbol que tiene profundas raíces en las cuales está cimentado".

Tras recordar que "la mies es abundante pero son pocos los trabajadores", el Papa señaló que "el trabajo en esta mies, en el campo de Dios, en el campo de la historia humana es llevar a los hombres la luz de la verdad, liberarlo de la pobreza de verdad, que es la verdadera tristeza y la verdadera pobreza del hombre".

Seguidamente advirtió que los seres humanos viven profunda y constantemente el anhelo de lo bueno, la "nostalgia del Redentor, de Dios mismo, incluso cuando Él es negado".

"El Señor nos permite comprender que no podemos ser simplemente nosotros solos quienes mandemos operarios a su mies, porque no es una cuestión de management (administración), de nuestra propia capacidad organizativa. Los operarios para el campo de su mies los puede mandar solo Dios mismo".

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Seguidamente y recordando el lema de la recientemente celebrada Semana de la Unidad de los Cristianos, el Papa dijo que la labor del Obispo también tiene como ejes: la enseñanza de la fe de los apóstoles, la comunión, la fracción del pan y la oración.

La enseñanza de los apóstoles, centrada en la Palabra de Dios, "es la base segura sobre la que podemos construir la casa de nuestra fe, de nuestra vida. Y nuevamente la estabilidad y lo definitivo de esto que creemos que no significa rigidez".

Sobre la comunión Benedicto XVI resaltó que está debe vivirse "en todas las dimensiones de la vida cristiana y eclesial". "Dios se ha hecho visible para nosotros y tangible, y así ha creado una comunión real con Él mismo".

"Entramos en esa comunión a través de creer y vivir juntos con quienes Lo han tocado. Con ellos y a través de ellos nosotros mismos de algún modo Lo vemos y tocamos a Dios que se hace cercano. Así la dimensión horizontal y la vertical se entrelazan inseparablemente una con otra".

Los Obispos, dijo el Papa, "deben hacer que esta cadena de comunión no se interrumpa. Y esta es la exigencia de al sucesión apostólica: conservar la comunión con quienes han encontrado al Señor de modo visible y tangible y así tener abierto el Cielo, la presencia de Dios en medio de nosotros".

Sobre la fracción del pan, la Eucaristía, el Papa refirió que es "el centro de la Iglesia y debe ser el centro de nuestro ser cristianos y de nuestra vida sacerdotal".

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Con ella "el Señor se dona a nosotros. El Señor entra en mi intimidad y quiere transformarme para hacerme entrar en una profunda comunión con Él. Así me abre también a todos los otros: nosotros, los muchos, somos un solo pan y un solo cuerpo, dice San Pablo".

"La dimensión social, el compartir no es un apéndice moral que se añade a la Eucaristía, sino que es parte de ella" continuó el Papa y añadió que "estemos atentos a que la fe se exprese siempre en el amor y la justicia de los unos hacia los otros y que nuestra praxis social sea inspirada por la fe, que la fe sea vivida en el amor".

En cuanto a la oración, Benedicto XVI resaltó la necesidad fundamental de entrar en este diálogo de amor con Dios que tiene todo cristiano y de manera particular el sacerdote y el obispo.

"Así queda claro algo importante: la oración, por una parte, debe ser muy personal, un unirme en los más profundo a Dios. Debe ser mi lucha junto a Él, mi búsqueda de Él, mi acción de gracias por Él y mi alegría en Él".

Sin embargo, prosiguió, la oración "no es nunca una cosa privada de mi ‘yo’ individual, que no tiene en cuenta a los otros. Rezar es esencialmente y también un rezar en el ‘nosotros’ de los hijos de Dios. Solo en este ‘nosotros’ somos hijos de nuestro Padre, que el Señor nos ha enseñado a rezar. Solo este ‘nosotros’ nos abre el acceso al Padre".

Finalmente el Santo Padre alentó a los nuevos obispos y con ellos a todos los prelados, sacerdotes y cristianos del mundo a "echar las redes del Evangelio en el mar agitado de este tiempo para obtener la adhesión de los hombres a Cristo, para sacarlos, por así decir, de las aguas saladas de la muerte y del vacío en el que la luz del cielo no penetra. Deben llevarlos a la tierra de la vida, en la comunión con Jesucristo".

Los cinco obispos que ordenó el Papa Benedicto XVI son: Mons. Savio Hon Tai-Fai, Secretario de la Congregación para la Evangelización de los Pueblos; Mons. Marcello Bartolucci, Secretario de la Congregación para las Causas de los Santos; Mons. Celso Morga Iruzubieta, Secretario de la Congregación para el Clero; Mons. Edgar Peña Parra, Nuncio Apostólico en Pakistán; y Mons. Antonio Guido Filipazzi, Nuncio Apostólico cuya destino aún no se ha previsto.

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