Los obispos españoles condenaron el terrorismo tras el asesinato del empresario vasco Alejandro Uría Mendizábal en la localidad guipuzcoana de Azpeitia, calificaron el terrorismo como una "realidad es perversa en sí misma" y pidieron a los católicos unirse al sufrimiento de las víctimas, fundamentalmente a través de la oración.
Mediante un comunicado, la Conferencia Episcopal Española (CEE) aseguró que el asesinato de Uría es "un acto más de barbarie terrorista" y sostuvo que el terrorismo "persigue la extensión del terror para producir una situación de debilidad del orden político legítimo, que le permita imponer sus criterios por la fuerza, a costa del atropello de los derechos humanos más elementales, como son el derecho a la vida y a la libertad".
Con todo, los prelados españoles sostienen que "este fin no puede ser compartido jamás", tal y como defienden en su Instrucción Pastoral "Valoración moral del terrorismo en España, de sus causas y de sus consecuencias".