"Me refiero a la dramática disminución de las vocaciones religiosas, especialmente femeninas, a la constante baja, –que en algunas diócesis es dramática-, de las vocaciones sacerdotales; a la baja generalizada en la celebración de las bodas religiosas y al aumento impresionante, por otra parte, de los suicidios de jóvenes", dijo.
El Nuncio lamentó que "a pesar de los esfuerzos que indudablemente se hacen, no estamos logrando poner en comunicación a nuestros jóvenes con Dios; no les estamos efectiva y eficazmente ayudando a descubrir a este Padre que los ha llamado a la vida, ¡y a una vida plena!".
A este respecto, Mons. Coppola subrayó que "los proyectos de pastoral juvenil, programados y realizados en las Iglesias particulares, en las comunidades parroquiales, en las asociaciones eclesiales o en los institutos de vida consagrada, no pueden prescindir de esta exigencia ineludible: Pastoral juvenil y pastoral vocacional han de ir de la mano y ayudar al joven a descubrir en quién puede confiar, quién puede amar, para qué sirve su vida".
Además, señaló que "ni los sacerdotes ni los seminaristas deberían ser formados como empleados de lo sagrado o como administradores de una organización que gestiona lo sagrado; sino como personas que han encontrado al Señor, que les ha cambiado y llenado la vida y que, por ende, su corazón no quiere otra cosa que darlo a conocer a los demás: 'ovejas que andan sin pastor'".