La Iglesia, de la que formamos parte todos los bautizados, vela por los derechos de los que no se pueden defender, y en este caso, los más débiles como son los infantes. Por eso los Obispos como Pastores, basados en la ley natural y en nuestra fe, siempre nos hemos puesto y nos pondremos de lado de los derechos de los no nacidos, de los que no pueden valerse por sí mismos, de los que son vejados y explotados en todo ámbito.
El Santo Padre, Benedicto XVI, en diferentes momentos y con atinadas reflexiones, ha insistido en la importancia de salvaguardar los valores fundamentales de la persona humana desde que es concebida hasta la muerte natural. Así mismo, ha expresado la importancia de respetar y proteger la creación, la naturaleza en general y en particular la humana. La conciencia ecológica que tantos adeptos va sumando para salvaguardar las distintas especies respetando sus procesos naturales, debe incluir a la especie humana, la más digna y consciente de su propio desarrollo. Por ello, en la misma naturaleza la Iglesia descubre la dignidad del matrimonio entre un varón y una mujer. Esto nos anima a impulsar la dignidad de la pareja y su prole apelando a los valores naturales y morales.
Lamentamos que al manifestar estos conceptos en la opinión pública, existan quienes recriminen y amenacen alertando la intolerancia, cuando la tolerancia es la posibilidad de que todos expresemos nuestra opinión y posiciones. Por ello, expresamos nuestra solidaridad y nuestro sentir a los Señores Cardenales Norberto Rivera Carrera y Juan Sandoval Íñiguez sobre este delicado tema.